La tensión o la presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias.“Es un sistema de tuberías por las que circula un fluido y la presión a la que circula tiene que ser el adecuado. Si la presión aumenta por encima de unos niveles, las arterias que conducen la sangre empiezan a sufrir un daño mayor y, a la larga, ese daño se acaba traduciendo en complicaciones”, indica el especialista en Nefrología.
¿Qué puede provocar la tensión arterial alta?
El envejecimiento o el factor genético son algunas de las causas no modificables que incrementan el riesgo de que suba la tensión. Hay, sin embargo, otra serie de factores que pueden desembocar en la subida de la tensión como una alimentación inadecuada, el sobrepeso o la falta de actividad física. Los especialistas recomiendan tanto a los hipertensos, como a cualquiera que quiera prevenir cualquier problema relacionado con la tensión, la práctica de un modo de vida saludable como mejor forma de prevenir cualquier problema asociado a tener unos niveles de presión arterial inadecuados. El presidente de la Seh- Lelha recomienda especialmente el uso moderado de la sal y llama la atención sobre el consumo excesivo que hacen muchos del café y el té. “Se recomienda evitar todo tipo de factores estimulantes como la cafeína o la teína, aunque por una taza al día no habría problema”, apunta Segura.
¿Cuándo es conveniente medir la tensión?
“Es recomendable medir la presión arterial por lo menos una vez al año”, indica Segura. Sin embargo, la mayoría de las veces no es necesario acudir a un examen específico para controlar el nivel de tensión, pues los médicos de familia en Atención Primaria tienen en su protocolo la indicación de realizar al paciente una prueba de presión arterial, tenga los síntomas que tenga. “Sea cual sea el motivo por el que el paciente acuda a consulta hay que medirle la tensión”, indica el especialista. Es en estas pruebas en las que se detectan la mayoría de los casos de hipertensión.
¿En qué consiste la prueba para medir la tensión?
Todo el mundo está de sobra familiarizado con la prueba convencional para medir la tensión: el médico coloca un manguito alrededor del brazo del paciente y lo infla de tal forma que la tensión alcanza el punto mínimo y máximo. Segura explica que con esta prueba se busca primero obstruir la arteria que se encuentra en el interior del brazo y seguidamente, ir abriéndola poco a poco. En el momento en el que esa arteria se abre se mide la presión máxima, la sistólica. Según el médico especialista, antiguamente, la tensión arterial se medía escuchando los ruidos que producía la arteria; cuando esos ruidos desaparecían, se determinaba el valor de la tensión mínima o diastólica. “Hoy en día contamos con aparatos automáticos detectan estos dos momentos”, precisa Segura.
¿Cuáles son los valores normales de presión arterial?
La tensión arterial normal en adultos es de 120 mm de mercurio, cuando el corazón está en sus máximas pulsaciones y de 80 mm de mercurio, cuando está más relajado. “El punto de corte para detectar problemas de hipertensión es si la presión arterial es igual o supera los 90 mm de tensión diastólica y los 140 de mm de tensión sistólica”, aclara el nefrólogo.
Según Segura, la presión arterial es un parámetro que tiene mucha variabilidad y oscila mucho dependiendo de la actividad, el momento del día o las comidas que se han realizado. “Hoy en día disponemos de aparatos que nos permiten conocer cómo se encuentra la tensión en distintos momentos del día y poder así aplicar mejor, tanto medidas de diagnóstico, como de tratamiento”, apunta el experto.
¿Cuándo debe recomendar el especialista la automedición de la presión arterial?
En líneas generales, el profesional sanitario puede recomendar la automedición de la presión arterial siempre (salvo algunas excepciones, principalmente en pacientes obsesivos y con tendencia a la automedicación). Se trata de un método eficaz que permite conocer la tensión del paciente fuera de la consulta, en su vida cotidiana, evitando así el conocido como fenómeno de la bata blanca (la sensación que experimentan los pacientes al llegar al centro sanitario y ponerse frente al profesional sanitario. Este fenómeno provoca que la presión arterial de los pacientes se eleve un poco con respecto a su cifra normal).
La automedición de la presión arterial debe realizarse por la mañana y por la noche, tras un reposo previo de 3 minutos. La posición adecuada es la siguiente: sentado, con las piernas sin cruzar, la espalda apoyada en la silla y el brazo en donde se coloque el manguito apoyado sobre la mesa. Es recomendable que el manguito se ponga en el brazo (y no en la muñeca, salvo excepciones -personas obesas-).
Tras la automedición, el paciente debe registrar los resultados obtenidos apuntándolos en un cuaderno. Deberá llevar este cuaderno al profesional sanitario correspondiente (médico o enfermero) cuando tenga su cita para revisarlos juntos. Con estos resultados, el profesional valorará el tratamiento y seguimiento del paciente.
¿Cómo medir la tensión arterial?
Existen diversas maneras de medir la presión arterial:
- Esfigmomanómetro de mercurio: Es el más exacto y menos expuesto a errores. Para su uso se requiere un fonendoscopio.
- Esfigmomanómetro de aire: Es el más utilizado y es también un aparato preciso. Igualmente necesita de un fonendoscopio para su uso.
- Aparato electrónico: Se utiliza mucho para realizar el autocontrol, no necesita fonendoscopio porque lleva un detector del pulso incorporado y es de fácil manejo. No obstante, se trata de un aparato muy sensible a los ruidos y a los movimientos, por lo que para que los valores obtenidos sean exactos, es necesario que el brazo no se mueva y que no se hable. Es importante que el aparato esté en buenas condiciones y se revise periódicamente
Además, para medir la presión arterial se requiere cumplir una serie de condiciones:
Para medir la presión arterial debe colocarse el manguito del esfigmomanómetro a la altura del corazón. El borde superior debe estar como mínimo dos centímetros por encima de la flexura del codo. A continuación se infla el manguito hasta una presión de 180 milímetros de Hg. Si se sabe que en determinaciones anteriores la presión sistólica era superior a esta cifra, se infla hasta una presión 200 mm Hg por encima de la última conocida. Se coloca la campana del fonendo allí donde previamente se ha localizado el latido arterial en la flexura del codo y se procede a desinflar poco a poco el manguito. El primer latido que se escucha corresponde a la presión sistólica o máxima y la desaparición del latido a la presión diastólica o mínima. En los niños y también en algunos adultos, los latidos no desaparecen; entonces se considera como presión diastólica aquella en la que se modifica la tonalidad de los latidos.
HIPERTENSIÓN
Qué es
La hipertensión arterial es una patología crónica que consiste en el aumento de la presión arterial. Una de las características de esta enfermedad es que no presenta unos síntomas claros y que estos no se manifiestan durante mucho tiempo.
En la actualidad, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en España. Sin embargo, la hipertensión es una patología tratable. Si no se siguen las recomendaciones del médico, se pueden desencadenar complicaciones graves, como por ejemplo, un infarto de miocardio, una hemorragia o trombosis cerebral, lo que se puede evitar si se controla adecuadamente.
Las primeras consecuencias de la hipertensión las sufren las arterias, que se endurecen a medida que soportan la presión arterial alta de forma continua, se hacen más gruesas y puede verse dificultado al paso de sangre a través de ellas. Esto se conoce con el nombre de arterioesclerosis.
Según datos de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (Seh-Lelha), en España existen más de 14 millones de personas con hipertensión. De esta cantidad, 9,5 millones no están controlados y 4 millones están sin diagnosticar.
Causas
Aunque todavía no se conocen las causas específicas que provocan la hipertensión arterial, sí se ha relacionado con una serie de factores que suelen estar presentes en la mayoría de las personas que la sufren. Conviene separar aquellos relacionados con la herencia genética, el sexo, la edad y la raza y por tanto poco modificables, de aquellos otros que se podrían cambiar al variar los hábitos, ambiente, y las costumbres de las personas, como: la obesidad, la sensibilidad al sodio, el consumo excesivo de alcohol, el uso de anticonceptivos orales y un estilo de vida muy sedentario.
Causas no modificables
Factores genéticos:
La predisposición a desarrollar hipertensión arterial está vinculada a que un familiar de primer grado tenga esta patología. Aunque se desconoce el mecanismo exacto, la evidencia científica ha demostrado que cuando una persona tiene un progenitor (o ambos) hipertensos, las posibilidades de desarrollar hipertensión son el doble que las de otras personas con ambos padres sin problemas de hipertensión.
Sexo:
Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres hasta que éstas llegan a la edad de la menopausia. A partir de esta etapa la frecuencia en ambos sexos se iguala. Esto se debe a que la naturaleza ha dotado a la mujer con unas hormonas que la protegen mientras está en la edad fértil (los estrógenos) y por ello tienen menos riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, las mujeres jóvenes que toman píldoras anticonceptivas tienen más riesgo de desarrollar una patología cardiaca.
Edad y raza:
La edad es otro factor que influye sobre las cifras de presión arterial, de manera que tanto la presión arterial sistólica o máxima como la diastólica o mínima aumentan con los años y lógicamente se encuentra un mayor número de hipertensos a medida que aumenta la edad.
En cuanto a la raza, los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollar hipertensión que los de raza blanca, además de tener un peor pronóstico.
Causas modificables
Sobrepeso y obesidad:
Los individuos con sobrepeso están más expuestos a tener más alta la presión arterial que un individuo con peso normal. A medida que se aumenta de peso se eleva la tensión arterial y esto es mucho más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres. La frecuencia de la hipertensión arterial entre los obesos, independientemente de la edad, es entre dos y tres veces superior a la de los individuos con un peso normal.
No se sabe con claridad si es la obesidad por sí misma la causa de la hipertensión, o si hay un factor asociado que aumente la presión en personas con sobrepeso, aunque las últimas investigaciones apuntan a que a la obesidad se asocian otra serie de alteraciones que serían en parte responsables del aumento de presión arterial. También es cierto, que la reducción de peso hace que desaparezcan estas alteraciones.
Otras causas
Vasculares:
Entre el 2,5 y el 6 por ciento de los problemas relacionados con el riñón pueden influir en la aparición de la hipertensión arterial. De hecho, suponen entre el 2,5 y el 6 por ciento de las causas. Las principales patologías vasculares que influyen son:
- Enfermedad renal poliquística.
- Enfermedad renal crónica.
- Tumores productores de renina.
- El síndrome de Liddle.
- Estenosis de la arteria renal.
HIPOTENSIÓN
Qué es
La hipotensión es el nombre técnico de una baja presión arterial. Se produce cuando los latidos del corazón, encargados de bombear la sangre al resto del cuerpo, tienen un ritmo más lento de lo habitual. Por este motivo, ni el cerebro, ni el corazón ni el resto del organismo recibe la sangre necesaria, lo que puede dar lugar a mareos y desmayos.
Causas
Hay muchos factores causantes de la hipotensión. En primer lugar, se puede producir porque los mecanismos fisiológicos que mantienen la presión arterial no funcionan de forma adecuada y transmite señales de forma incorrecta.
Es habitual que se manifieste cuando un individuo está un largo periodo de tiempo de pie y afecta sobre todo a los jóvenes y niños. Cuando se produce una hemorragia aguda es muy probable que el enfermo presente hipotensión.
Otras veces está causada por la ingesta de drogas, como el alcohol, analgésicos, medicamentos usados para la cirugía, diuréticos, etc. También se puede producir porque el afectado presente diferentes arritmias, deshidratación, anafilaxia o una diabetes descompensada.
Síntomas
Los síntomas que sufren las personas que padecen esta afección suelen ser:
- Visión borrosa.
- Vértigo.
- Mareos.
- Somnolencia y desconcierto momentáneo.
- Debilidad.
- Confusión e incluso pérdida de conocimiento.
- Desmayos o desvanecimientos.
- Náuseas y vómitos.
Prevención
Existen sencillos métodos que previenen la disminución de la presión arterial. Uno de ellos es ingerir mucho líquido para evitar la deshidratación.
Sin embargo, se debe intentar prescindir de bebidas alcohólicas. Además, hay unas medias, conocidas generalmente como de compresión, que hacen presión en las piernas y facilitan el aumento de la tensión arterial. Por otro lado, también es importante evitar una incorporación brusca cuando se está sentado o acostado; o estar de pie y quieto durante largos periodos de tiempo.
Tipos
Dentro de los tipos a partir de los cuales se clasifica esta enfermedad están:
- La hipotensión ortostática: Es la que se produce a partir de un cambio súbito en la postura del cuerpo.
Dentro de los cambios más comunes que provocan esta afección está el que el paciente pase de estar acostado a estar de pie muy rápidamente.
Esta bajada de la tensión sólo suele durar unos segundos o minutos.
- La hipotensión ortostática posprandrial: En este caso, la causa es en el tipo anterior, con la característica añadida de que se produce después de comer.
Este tipo afecta más frecuentemente a los adultos mayores, a aquellos que tienen presión arterial alta o a los que padecen Parkinson.
- Hipotensión mediada neuralmente: Se denomina así a la descoordinación entre el bombeo del corazón y el cerebro. Se caracteriza por descensos bruscos de la presión sanguínea. Los pacientes tienen tendencia a no poder mantenerse en situación vertical durante mucho tiempo.
- Hipotensión grave: Puede estar causada por una pérdida repentina de sangre, una infección que revista gravedad, un ataque al corazón, una reacción alérgica con carácter intenso, diversas arritmias, consumo de fármacos etc.
Diagnóstico
Para determinar si se presenta esta condición, el especialista realizará exámenes que ayudarán a diagnosticar los síntomas. Lo primero que llevará a cabo será la vigilancia de los signos vitales, como la temperatura, el pulso, la frecuencia respiratoria y la presión arterial.
Es posible que después de realizarle estas pruebas, el paciente deba permanecer ingresado un tiempo.
Además de éste examen se podrán realizar otras pruebas:
- Análisis del metabolismo básico.
- Hemocultivos para determinar si existe algún otro tipo de infección.
- Conteo sanguíneo completo (hemograma).
- Análisis de orina.
- Radiografía del abdomen.
- Radiografía del tórax.
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